BreathingYourLife's video: Shakespeare - OS Joe Jonas T

IMPORTANTE Esta inspirado en Shakespeare de Miranda Cosgrove asi que les pediria que primero escucharan la cancion para entender mas la historia http://www.youtube.com/watch?v=VGJBUCofyBg Shakespeare. Mostré mi pasaje, ingresé al tren que me llevaría de regreso a mi ciudad y me senté en el primer asiento vacío que encontré al lado de una ventana, para poder observar el paisaje durante el largo recorrido. Saqué de mi bolso mi libro favorito y comencé a leerlo, una vez más, hasta que fui interrumpida por una voz masculina. —¿Está ocupado? —se refirió al asiento al lado mío. Alcé mi vista para verlo y no lo pude creer. Era el mismo chico al que había visto parado en la estación hacía un rato. Era tan hermoso, pero no volvería a perderme observándolo una vez más como tonta, aunque al parecer fue muy tarde. No estaba segura de cuánto tiempo había estado así, mirándolo embobada, sin responder. —No, siéntate. —Me sonrió para luego ocupar el sitio a mi lado. ¡Por dios! ¿Qué rayos acabo de hacer? No sobreviviré con él sentado a mi lado, mucho menos si sigue sonriendo de esa forma. Decidí dejar de torturarme y volví a concentrarme en mi lectura, después de todo, lo más probable era que no volviera a dirigirme la palabra. —¿Te gusta Shakespeare? —al parecer me equivoqué. —Me encanta, es mi escritor favorito —era algo bastante obvio, por algo estaba leyendo Romeo y Julieta, y no Harry Potter o algo por el estilo. —También el mío. —¿Enserio? Eso es raro en un hombre. ¿Eres gay acaso? —¿Lo parezco? —lo miré detenidamente de pies a cabeza; era todo lo contrario. —La verdad es que no. —Qué bien, porque no lo soy. Tan sólo es mi escritor favorito. Sé que es poco común, pero creo que simplemente no soy como los demás —No, no lo era, y eso me encantaba—. Soy Joseph. — ___ —me presenté y cerré mi libro. Algo me decía que sería una larga charla y no me molestaba en lo más mínimo. —Y, ¿De dónde eres? No me equivoqué. Dentro de poco estábamos conversando y riendo, producto de sus tontos chistes, como si nos conociéramos de toda la vida y, de vez en cuando, me miraba de una forma que me hacía sentir completamente nerviosa. Recién lo conocía, sin embargo me atrevería a decir que era el chico perfecto. Lo único malo del viaje fue lo corto que se me hizo. El tren llegó a su última parada. Ambos nos levantamos, tomamos nuestras maletas y salimos a la estación. Al hacerlo, nos llevamos una gran sorpresa: estaba nevando. Era tan mágico, tan hermoso, pero tan inapropiado cuando caminaría a casa sin nada con que protegerme de la nieve. —Perfecto —exclamé de forma sarcástica. —¿Dónde vives? —me preguntó. —A unas cuadras de aquí, ¿por? —Te acompaño a casa —dijo, al mismo tiempo que saco un paraguas y nos cubrió a ambos. —No es necesario que te molestes por mí, puedo irme sola. —No es una molestia, al contrario, y además, así aprendo donde vives y te visito algún día —como desearía eso... —Está bien, vamos —accedí finalmente. Se acercó lo suficiente como para que su paraguas lograra protegernos a ambos de la nieve y comenzamos a caminar en dirección a mi hogar, mientras contemplaba como de a poco todo se empezaba a cubrir de blanco y, al mismo tiempo, también contemplaba a mi acompañante tratando de que él no lo notara. Fue así hasta que, lamentablemente, llegamos. —Supongo que nos veremos algún día. —Tenlo por seguro —me contestó. Me acerqué a su mejilla, despidiéndonos con un beso, mas luego de eso, él no se alejó. Más bien se fue acercando, haciendo que me perdiera en sus hermosos ojos. Sólo reaccioné una vez que me di cuenta que sus labios casi rosaban los míos, él estaba esperando que yo diera el próximo paso pero no, no dejaría que me besara alguien a quien apenas conocía. Antes de eso, había un montón de cosas que deseaba saber de él. ¿Le gustará Jeff Buckely? ¿Ver películas los domingos? ¿Le gustara besar cuando llueve? ¿Hacer muecas? Quiero saber los lugares donde ha estado y en los lugares en los que sueña estar, quiero saber todo lo que sabe. Puedo sonar exagerada, pero quiero y necesito saber todo eso. Al menos, estaba segura de que teníamos algo en común: le gusta Shakespeare. —Nos vemos —dije alejándome de él. —Nos vemos. Al estar en mi casa, ordené todo y, cuando estaba todo nuevamente en su lugar, volví a sacar mi libro para esta vez poder empezar mi lectura. Sin embargo, al momento de abrirlo, un pequeño papel cayó al suelo. Lo recogí y leí, contenía un número de teléfono y el final estaba firmado con un: "Por cierto, solo llámame Joe". Fue inevitable sonreír. Estaba segura de que pronto todas mis preguntas y todas las cosas que quería averiguar, ya no serían un misterio.