RIOCLARO2001's video: EN COSAS QUE SE MUEREN Reflexi n Salvador G mez

Entre todos los seres vivos, somos nosotros, los seres humanos, los que más amamos, los que más intensamente nos entregamos a este noble sentimiento. Que inmensamente queremos y que extraordinariamente amamos. Vivimos toda nuestra vida amando, primero a nuestros padres, luego a nuestros hermanos y a nuestra familia. En la juventud a la noviecita y luego después llega el momento de crear una nueva familia y es entonces a la esposa, a nuestros hijos y a nuestros nietos. Demostramos también un cariño fraterno a nuestras amistades y un cariño especial a nuestros animales domésticos, inclusive a las plantas o a cosas de nuestro jardín, de nuestro hogar, de la naturaleza total..., a tantas cosas, inclusive aquellas que “viven” en nuestros recuerdos. Y muy especialmente a Dios. En ese bendito arrebato, incomprensiblemente hasta se nos olvida querernos y amarnos individualmente también a nosotros mismos y agradecer y disfrutar con alegría la dicha de tener salud, ese tesoro que muchas veces no valoramos debidamente e incluso, sacrificamos por recibir placer de otras “cosas” que son prescindibles y que no vale la pena que ahora aquí trate. Me pregunto: ¿Qué nos hace vivir con este sentimiento? ¿Y por qué nos inclinamos a llevarlo voluntariamente en nuestro patrón de vida aún sabiendo con toda seguridad de que más tarde o más temprano por causa de él sufriremos intensamente la perdida de todo áquello que tanto hemos querido? Inevitablemente siempre será así y sin excepción para todos. Nuestra determinación a dar y recibir amor, supera nuestra comprención de que nada es para siempre y de que verdaderamente nada nos pertenece en esta vida.Y que todo..., absolutamente todo de forma continua tiene que cambiar, algunas veces de manera favorable a nosotros y las ótras, quizás ahogándonos en lágrimas y llenando de tristeza el corazón. Es la sarcástica demostración de que la vida es tan frágil como el cristal más fino. Que no pretende ser justa ni segura. Que no existen garantías. Muchas veces me cuestiono en silencio, si vivir la vida ciertamente es un privilegio, porque a veces tengo mis dudas al respecto pero entonces luego pienso que sólo Dios lo sabe. Yo no creo tener por eso ni tan siquiera remotamente una actitud o un pensamiento irrespetuoso ni para con la vida ni para con Dios y en todo caso espero que sabrá perdonarme mis limitaciones humanas cuando frente al dolor y a los sufrimientos que más tarde o temprano nos presenta la vida son más las veces que no puedo encontrar una explicación justa. Creo que todos hemos llegado a sentirnos alguna vez así, temiendo estar solos en medio de todo esto y desprotegidos hasta por Dios: ¿será acaso que vivir esta vida tal y como es, ha sido una elección nuestra más que de Dios? ¿Será por éso que debemos sufrirla...? No puede ser posible que el sufrimiento haya sido parte también de su creación, me inclino a creer que NO. San Francisco de Asís, nos decía: "sólo el dolor, es algo verdaderamente nuestro y es por eso que es lo único que podemos ofrecerle a Dios, porque todo lo demás que existe ya antes nos los ha dado Él”. Por eso experimentar la vida es enfrentar también todo un mundo de eventos y de cosas que entre ellas también están las más terribles enfermedades y hasta la misma muerte. Pero aún así, persiste en nosotros el deseo y la necesidad de sentir y de dar amor. Con esto el espanto se disipa y la vida se llena de colores y de música..., es otra la perspectiva, es también una hermosa ilusión, pero ya comienza a ser otra "cosa." Podemos razonar y hasta llegar a comprender la vida más que cualquier otro ser vivo pero aún así, estamos limitados a comprender sólo una pequeña parte de ella, la otra parte es una inmensidad de aspectos y de cosas que pertenecen sólo a su "más grande misterio." Somos valientes... y hay que resignarse a serlo. Cada día que vivimos, nos acercamos más y más en el tiempo a los terribles y tristes momentos del más sentido adiós a nuestros seres tan queridos... y a nosotros mismos. Salvador Gómez, es un buen pastor. Elocuente, ameno, serio y trasmite tranquilamente con sabiduría el mensage pastoral que nos ayuda a comprender la palabra de Dios que nos da paz y esperanzas. Hace sólo muy pocos días que le conocí y le escuché. Allí cantó también esta canción. No sé por qué al escucharla, - y estoy seguro que es la primera vez que la he oido- presentí que mi ser interior la había escuchado mucho antes en cualquier otro lugar o momento, de tal modo que hasta creí que podría cantarla con él. Estas son las cosas que nos hacen creer en grandes misterios. He querido compartirla con todos ustedes.