characatos's video: An cdotas de Uchumayo

Recuerdo un domingo de Pascua en la madrugada, todos mis hermanos y yo estábamos viendo una película animada que nunca olvidaré: " La Telaraña de Charlotte". Todos estábamos tan enfatizados que se nos olvidó que teníamos que ir a la misa por el domingo de Resurrección, mientras nuestra madre Segunda hacía los últimos preparativos para bajar a nuestro querido pueblo de Uchumayo. Eramos nueve, que entrabamos dentro del carro Chevrolet Biscayne de color verde turquesa. Mi hermano mayor conducía, ya que nuestro padre Rufino estuvo casi siempre ausente por motivos de trabajo, que gracias a él y el esfuerzo de mi madre es que nunca nos faltó nada. Llegamos a Uchumayo justo a tiempo, todo estaba oscuro, ya que era de madrugada y la misa empezaba a las 6 de la mañana. Era hermoso ver nuestra iglesia de San Pedro llena de feligreses de todas las edades. El humo del incienso llenaba como una nube todo el templo y el aroma de las flores era muy agradable, sobre todo el de los claveles. Ahí se respiraba un ambiente de paz y de tranquilidad. Una vez adentro ya divisábamos a todos los familiares, vecinos y amigos. Yo siempre quedaba maravillado viendo a los santos dentro de sus vitrinas. Pero el santo que más me inspiraba ese sentimiento humano y de mucha fé fue “San Isidro el Labrador“, el patrono de los agricultores. Con su sombrerito, su barba y su traje elegante parecía mas un lugareño en un día festivo que un santo. Siempre lo miraba de reojo y a veces me daba la impresión de que me estaba observando todo el tiempo. Pero cuando trataba de sorprenderlo, él ya estaba mirando hacia otro lado. Una vez empezada la misa se escuchaban los cantos y alabanzas de todos los fieles con mucho fervor. Ver a las mujeres tapadas con sus velos negros era algo muy impresionante, ya que ellas se parecían a las Santas que estaban dentro de las vitrinas de la iglesia. Después del sermón del domingo de Resurrección vinieron los abrazos y la misa terminó. Al salir de la iglesia se prendían los fuegos artificiales sobre el suelo que consistían en lineas de pólvora con cohetónes llamados comúnmente "troya" que hacían remecer todas la paredes por sus potentes estallidos, nosotros quedábamos asombrados de tan tremendas explosiones. El humo de la pólvora era muy penetrante, por suerte mi madre no permitía que nos acercásemos mucho, ya que era muy peligroso. Después venía la lectura del testamento de Judas, que dicho sea de paso ya estaba listo a un costado de la plaza para ser colgado o mejor dicho para ser quemado. La lectura del testamento siempre fue una crítica para todo aquel lugareño que hubiese obrado mal y este les dejaba algo de herencia con el fin de que corrijan su actitud y sean mas honestos con la gente de su pueblo. Recuerdo que Judas en su testamento dejó a la Tía Cirila sus viñedos y sus barriles de vino de pura cepa, para que no siga adulterando su producto y engañando a sus clientes. La Tía no tuvo mejor idea que corretear alrededor de la plaza con un palo al pobre lector del testamento. Judas también les dejó a los hermanos Pacheco sus buses con turbo para que no se demoren mucho en ir a Arequípa ya que los viajes de Uchumayo a la Blanca Ciudad demoraban mas de hora y media. Estos hermanos Pachecos siempre se lo tomaron con humor. Una vez leído el testamento se procedía a la quema del Judas pirotécnico. Y como punto final reventaba su bolsa que contenía la recompensa que recibió por haber traicionado a Jesús. En este momento nosotros todos lo niños nos lanzábamos al suelo para conseguir alguna moneda. Y lo único que lográbamos era ensuciarnos la ropa y uno que otro golpe. Una vez acabada la troya y la quema de Judas nos fuimos a Pueblo Libre a la casa del tío Ruben y de la tía Juana para comer el caldo de gallina. Antiguamente había la tradición de que el caldo tenía que ser de una gallina robada. El caldo que preparaba la tía era una delicia! No solo tenia carne de gallina sino carne de res, carne de chancho, cecina y no sé que otras carnes más. Era un caldo suculento con un sabor que era el deleite de todos los paladares. Ahora quiero elevar una oración para todos aquellos que marcaron algo muy significativo en estas fiestas de Pascua y que ya no se encuentran entre nosotros, como lo fueron la abuelita Felicitas, la tía Benita, el tío Rubén, la tía Eufemia, la tía Rosalía, el tío Pedro, la tía Asunción, el tío Diomedes y en especial nuestra querida madre Segunda Fortunata. A todos ellos que desde el cielo nos protegen van nuestros ruegos y plegarias. Dios los tenga en su gloria. Amén Y para todos los que estamos vivos luchando contra el Coronavirus les deseo de todo corazón unas Felices Pascuas !